Barinas, la segunda victoria
Este domingo se repitió la elección al cargo de gobernador del estado Barinas porque el chavismo gobernante no quiso reconocer la victoria de Freddy Superlano el pasado mes de noviembre. Luego de abusar desmesuradamente de los recursos del Estado para darle ventaja a su candidato, Jorge Arreaza, el chavismo volvió a perder, esta vez por muchos más votos que en noviembre.
A pesar de tratarse de la elección de un solo cargo, con una población votante calculada en no más de 600.000 personas, y con las notables ventajas que debería entrever un sistema automatizado, el CNE no fue capaz de anunciar los resultados hasta las 11:30 p.m., aunque las mesas de votación cerraron a las seis de la tarde. Antes de eso, Arreaza reconoció su derrota y adelantó que seguirán “protegiendo al pueblo barinés desde todos los espacios'', lo que pudiera leerse como la amenaza de un nuevo protectorado en ese estado.
La paliza le devolvió a Arreaza la libertad para volver a ejercer cargos por designación, esos que ha disfrutado por 20 años consecutivos, cuyos presupuestos no son información pública y que le han permitido sortear la vicepresidencia de la República, la Cancillería y varios ministerios. Por alguna razón, hubo gente que leyó su admisión de derrota como un acto digno. Para mí fue una manera de decirle al resto de la estructura de poder: “Hasta aquí llegué yo”, por si acaso se ponían creativos y volvían a pedir otra repetición.
Con Arreaza perdió toda la estructura de poder, esa que volcó medios, autoridades y personalidades a apoyar la campaña del candidato menos carismático que ha debido tener ese estado, un familiar del finado que no es un Chávez. El poder insistió torpemente en la importancia simbólica de Barinas, incluso hubo un momento de la campaña en el que desde ese estado operaron hasta seis ministros en simultáneo, prometiendo obras de infraestructura, mejores salarios para los maestros y más agua para la población.
Pero volvió a ganar la oposición, ganó Sergio Garrido, y por paliza. Imponer la realización de otra elección para repetir una derrota es, además de un despropósito, una falta de respeto indisculpable, por la enorme cantidad de recursos gastados innecesariamente, los recursos malversados y el costo que ha supuesto para la poca credibilidad del CNE.
Los abusos cometidos por el poder con tal de favorecer a Arreaza permanecen impunes. El rector principal del CNE, Roberto Picón, sistematizó una serie de críticas cuyo colofón se resume en la admisión de la baja capacidad que tiene esta institución de frenar los abusos del poder, así que hay que trabajar en reducir la capacidad de abusar que tiene el chavismo, insistir en el registro y persistir en la memoria, para que haya justicia, para que las cosas cambien.